
Si bien es verdad que España consiguió meter a sus tres representantes, Arturo Casado, Sergio Gallardo y Juan Carlos Higuero, en la final del la prueba reina del medio fondo en la pista -uno de ellos, Higuero, fue repescado en los despachos- una vez en la carrera definitiva se vieron muy lejos de la verdadera lucha por las medallas.
Y eso que esta prueba es históricamente el mayor vivero para los atletas españoles, que han subido al podio en cinco ocasiones, con José Luis González, Fermín Cacho y Reyes Estévez -estos dos últimos por partida doble- y ha supuesto 15 plazas de finalistas en las 11 ediciones celebradas hasta el momento.
Pero el brillo que ha sobrevolado sobre el 1.500 español quedó ayer muy apagado. Juan Carlos Higuero, el principal aspirante nacional a subir al podio, sacó a relucir su peor cara y se pasó toda la carrera rondando las últimas posiciones, sin posibilidad alguna de acercarse a la cabeza. Casado y Gallardo, por su parte, se mantuvieron en la zona media del grupo hasta que se rompieron las hostilidades entre los verdaderos aspirantes al título y tampoco dieron la impresión de poder pelear siquiera por subir al tercer escalón del podio.
Lejos, muy lejos, quedaron aquellos años del doblete conseguido por Fermín Cacho y Reyes Estévez en Atenas 1997 o los pioneros subcampeonatos de José Luis González (Roma 1987) y Cacho (Stuttgart 1993).
De todas formas, esta sequía se alarga demasiado en el tiempo, ya que hay que remontarse al inolvidable Mundial celebrado en Sevilla en 1999 para ver a un español ocupando un lugar en el podio de los 1.500 metros, gracias al tercer puesto conseguido por Reyes Estévez. Desde aquel día, el mediofondo español pasa por una travesía del desierto que acumula ya cuatro ediciones 'sin tocar pelo' (Edmonton, París, Helsinki y el actual en Osaka).
De momento, el atletismo español sólo ha conseguido la medalla de plata de Paquillo Fernández -un irrepetible fenómeno de la naturaleza, a pesar de la RFEA- y el bronce de Mayte Martínez en 800, que será complicado de repetir a pesar de la garra que le pone siempre la atleta vallisoletana. Sonadas cruces han sido han sido las prematuras eliminaciones de los lanzadores Mario Pestano y Manolo Martínez y la saltadora Concha Montaner, los malos resultados en el maratón o la discreta actuación de los nuestros en el 3.000 obstáculos.
Y es que el atletismo español es el que es, a pesar de que a algunos directivos posean una sobredosis permanente de optimismo. A ver, en las pruebas de velocidad, no existimos; en el mediofondo, no pasamos de la mediocridad; los fondistas se topan en los Mundiales con la realidad africana; la irregularidad de los lanzadores hace complicada brillar hoy en día en las grandes competiciones y chicas como Ruth Beitia o Naroa Aguirre suelen salvar los muebles en los saltos.
Mucho deben cambiar las cosas para mejorar el papel actual, ya que sólo dos veces se consiguieron menos de dos medallas, una sólo en Helsinki 1983 y Tokio 1991, y se igualarían los discretos resultados logrados en Gottemburgo 1995 y Helsinki 2005.
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