El emperador retiene su cetro

El etíope Kenenisa Bekele, auténtico rey del fondo mundial desde que tomara el relevo de su compatriota Haile Gebreselassie, confirmó su dominio en la prueba de los 10.000 metros de los Campeonatos del Mundo de atletismo, que se celebran en Osaka, al imponerse con insultante superioridad a todos sus rivales y colgándose su tercera medalla de oro mundialista en la prueba más larga de las que se disputan en un estadio.
Sin ayer comentaba mi predilección por los 100 metros y el salto con pértiga, a nivel individual Bekele, el atleta que ha logrado romper la maldición de los emperadores en Itálica al ser el primero en vencer en tres ocasiones en el prestigioso cross sevillano, siempre ha estado en mis preferencias. Verle correr, ya sea en una prueba campo a través o en el tartán, es un primor. Como le sucedía al inolvidable 'Gebre', en su rostro no se refleja el sufrimiento de los miles de metros acumulados en las piernas; todo lo contrario, cada vuelta al anillo parece que le da fuerzas para ir aún más rápido.
Como se esperaba, la final en la calurosa Osaka fue un monólogo africano. Y es más, sobrepasado el ecuador de la prueba, ésta se convirtió en un mano a mano entre etíopes y kenianos, a los que acompañaban el eritreo Zersenay Tadese, cuarto en meta pero que impuso el ritmo de la prueba durante más de ocho kilómetros, y el estadounidense de origen somalí Abdihaken Abdirahman, séptimo en la meta.
El ritmo de Tadese fue poco a poco descolgando rivales del grupo principal hasta que le tocó el turno a él mismo cuando tomó el mando de la carrera el keniano Martin Mathati. Tal fue el ritmo impuesto que dio la impresión de que a Bekele le fallaban las fuerzas e incluso pareció decir a su compatriota y lugarteniente Silesi Shihine que se fuera tras Mathati.
Pero nada más lejos de la verdad. Bekele fue de menos a más y no se llegó a descolgar demasiado del dúo cabecero. Sobre el sonido de la campana llegó el feroz ataque de Shihine en busca de una medalla de oro que siempre había ido a parar al cuello de su compañero y amigo. Durante un centenar de metros nadie daba un duro por la victoria de Bekele, pero, como los grandes campeones, sacó fuerzas para no sólo alcanzar a su compatriota sino sobrepasarle con una potencia descomunal que le permitió cruzar la línea de meta en primera posición por tercera vez en su trayectoria mundialista.
Con este triunfo, Bekele alcanza su tercer cetro mundial de 10.000 metros en los Campeonatos del Mundo de Atletismo, a uno sólo de los que consiguió su maestro Gebreselassie y que se unen a los diez títulos que ostenta en los Mundiales de cross.